martes, 30 de abril de 2013

Estoy bien, sólo que no soy feliz.

Hay noches como ésta en las que salgo al balcón, y me encantaría estar en un sitio desierto para cantar alto, para gritar, pero no. En realidad estoy en un sitio plagado de gente que sólo se preocupa por su bien, y no sólo se la suda el echo de ayudar a los demás, sino que no les importa ofender o dañar a otras personas. Estoy en un sitio en el que no quiero estar, y cada día me cuesta más buscar ánimo de cualquier parte para levantarme, y pasar el día. Por la noche pienso "ya ha pasado un día más, ya queda un día menos". ¿Un día menos para qué? Quizás para ser feliz, o si más no, para dejar de ser infeliz. 
Estoy bien, sólo es eso, que me siento rota, vacía, seca por dentro, como si no tuviese sangre en las venas, ni corazón, pero está claro que lo tengo, porque siento dolor en él. Pese a ésto, estoy bien, simplemente es que no soy feliz. Para estar bien no es obligatorio ser feliz, y yo no lo soy. No lo soy porque algunas de las personas a las que más he querido, me han abandonado, han huido de mí. No lo soy porque los que me quedan también me faltan, me fallan. No soy feliz porque mi felicidad está a muchos kilómetros de aquí, y porque no sé cuánto me va a durar ésta felicidad, no sé cuándo va a cansarse de mí y buscarse a otra que no esté amargada. Cada día le doy más vueltas, y a menudo me planteo; Si ahora, que soy joven, no soy feliz... ¿Voy a serlo algún día? Necesito respuestas, porque si no, no sé qué pinto aquí.

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